La profesora Carolina Iturra Herrera asumió como decana de la Facultad de Psicología, labor que desarrollará durante los próximos tres años, sucediendo en el cargo al profesor Ismael Gallardo Cuadra.
La nueva autoridad, quien además es la primera mujer en asumir esta función en la mencionada unidad académica, observó que la gestión que le corresponderá encabezar coincide con un periodo de cambios a nivel corporativo, vinculados a la adecuación estatutaria y, en especial, la implementación del renovado Modelo Educativo de la UTalca.
P: Dra. Iturra, muchas gracias por concedernos esta entrevista. Usted asume ahora como decana de la Facultad de Psicología de la Universidad de Talca, luego de una extensa trayectoria académica enfocada en psicología educacional.
Para comenzar, ¿qué la motivó a tomar la decisión de asumir este importante cargo de gestión universitaria?
R: Lo que me motivó principalmente fue la posibilidad de poder aportar en un periodo que considero clave de cambios y transición tanto para la facultad como para la propia universidad.
Estamos inmersos en cambios significativos en cuanto a los estatutos de la Universidad, lo que implicará una nueva perspectiva en la forma en que nos relacionamos y aplicamos ciertas lógicas. Asimismo, se está ampliando la noción de lo que implica ser profesor en la Universidad. Ya no nos referimos exclusivamente a los profesores de planta o a los conferenciantes regulares, sino que este concepto se expande y diversifica. Esta nueva perspectiva sobre el modelo educativo implica no solo una mayor cobertura en la educación de pregrado, sino también en el ámbito del postgrado. Nos enfrentamos a una serie de desafíos en esta etapa de transición. Personalmente, siento que puedo aportar una visión valiosa y liderar este proceso. Otro desafío importante es la integración cada vez más creciente de la carrera y escuela de Terapia Ocupacional en la Facultad. No obstante, es importante tener en cuenta que mi mandato abarca solamente tres años. Durante este tiempo, mi objetivo es establecer las bases en este proceso.
En ese contexto, sentí que podría contribuir de manera positiva asumiendo el liderazgo de la facultad en este periodo, apoyando los procesos de cambio. Siento que mi experiencia previa me permite navegar de buena manera la gestión universitaria y los desafíos que se presentan.
P: ¿Cómo evalúa su trayectoria aquí en la Facultad y en la Universidad?
R: Ha sido una trayectoria llena de desafíos constantes. Al mudarme del norte al sur, tuve que adaptarme a un cambio drástico de paisaje, pasando de un entorno desértico a uno lluvioso y lleno de vegetación. También implicó un cambio en el enfoque de mi formación. Aunque la investigación no sufrió un cambio tan radical, ya que llegué con un Fondecyt de iniciación y algunos artículos publicados, aquí he emprendido una serie de acciones que me han permitido crecer y fortalecerme tanto profesional como académicamente.
Especialmente en el ámbito de la investigación, he logrado establecer colaboraciones fructíferas con otros profesionales. Actualmente, soy investigadora principal de un Núcleo Milenio del Imhay y cuento con un proyecto Fondecyt regular enfocado en contextos educativos, específicamente en la prevención de problemas de salud mental a través de estrategias como el mindfulness. Además, estamos postulando a otro Fondecyt regular centrado en la comunicación y la transformación digital, con énfasis en escuelas rurales.
Recientemente, hemos trabajado en la elaboración de un libro de texto, cuyo lanzamiento oficial está programado para las próximas semanas. Esta colaboración ha sido posible gracias a un concurso interno de otra casa de estudio universitaria, denominado Innova, en conjunto con una alianza estratégica con la Editorial SM. Me enorgullece especialmente este logro, ya que representa un valioso producto de transferencia de conocimiento destinado a educadoras y profesores del primer ciclo de educación básica, abordando el tema del vocabulario disciplinario.
En cuanto a la formación, he tenido la oportunidad de impartir cursos tanto a nivel de pregrado como de postgrado, incluyendo magísteres y doctorados. Además, he supervisado a estudiantes en la elaboración de sus tesis de grado. Paralelamente, estoy trabajando en la línea de investigación con mis doctorantes, lo que ha dado lugar a productos de alta calidad. También estoy enfocada en explorar perspectivas interdisciplinarias que puedan enriquecer sus futuros procesos académicos.
P: Su vasta experiencia, tanto en docencia e investigación como en otros cargos, debe ser un activo importante para asumir este nuevo rol de decana. ¿Cómo cree entonces que la ayudará su bagaje previo?
R: Así es, En 2015, asumí la dirección interina de nuestra Escuela de Psicología. Posteriormente, cerca de un año después, tomé el cargo de dirección del Doctorado en Ciencias Humanas, el cual desempeñé durante tres años. En el año 2022, se me solicitó colaboración para respaldar a la Facultad de Educación en un proceso de transformación. Como resultado, actué como Decana Subrogante. El aprendizaje que adquirí al comprender las dinámicas y lógicas internas de una facultad fue significativo. Representó un desafío adicional el asumir un rol de género diferente, en mi caso, el de ser mujer. Sin embargo, más allá de esto, siento un fuerte deseo de contribuir en un momento particularmente crucial para la Facultad y la Universidad, caracterizado por una etapa de transición. Entonces, considero que esta experiencia me abrió una nueva perspectiva sobre la posibilidad de llevar a cabo una gestión completa como decana aquí, en mi casa, la Facultad de Psicología.
P: En cuanto a los principales lineamientos y desafíos que se ha planteado para su gestión al frente de la facultad y como la primera decana mujer de la misma, ¿en qué áreas pondrá el foco?
R: Considero esencial abordar la gestión de la facultad desde una perspectiva integral y sinérgica, aprovechando las particularidades de cada área. En mi opinión, la formación es un pilar fundamental. Por ejemplo, la carrera de Psicología ha logrado una sólida consolidación en el pregrado, respaldada por una reciente certificación por 7 años. La carrera de Terapia Ocupacional está a punto de concluir su ciclo formativo, lo que requerirá una evaluación para ver cómo lo hemos hecho.
En el posgrado, enfrentamos desafíos cruciales. Necesitamos proyectar y expandir los programas, posiblemente hacia otras disciplinas o con enfoques más interdisciplinarios. También buscaremos crear sinergias entre los diferentes programas. En cuanto a la investigación, es evidente que algunos grupos están más consolidados que otros. Aquellos en etapas avanzadas deben reflexionar sobre cómo potenciar sus investigaciones, quizás mediante la expansión de sus enfoques. Sin embargo, aún contamos con académicos que están dando sus primeros pasos o están en una etapa intermedia. La consolidación es un objetivo pendiente y la diversidad de perfiles plantea un debate interesante sobre los caminos que deseamos emprender y el alcance de nuestras metas.
Un aspecto clave de nuestro trabajo es la vinculación con el entorno. El Centro de Psicología Aplicada (CEPA) ha demostrado ser un modelo eficaz en términos de trabajo y colaboración, especialmente con el Instituto de Seguridad Laboral (ISL). Aunque hemos avanzado, hay margen para crecer en este terreno. También debemos considerar las distintas formas de interacción que podemos establecer. A nivel institucional, se habla de la necesidad de bidireccionalidad, aunque no todas las instancias pueden adoptar este enfoque de manera uniforme.
A pesar de los mecanismos y normativas establecidas a nivel nacional y universitario, persiste una presión social sobre las mujeres en roles académicos. Es fundamental tender hacia una presencia equitativa de género en la academia. Esto implica no solo un mayor número de mujeres líderes, sino también un equilibrio en el ingreso de mujeres a la vida académica. Sin embargo, la realidad individual puede complejizar este proceso. Asumir responsabilidades adicionales, como integrar comisiones, puede recaer desproporcionadamente en las mujeres. Aunque se han logrado avances, es importante no perder de vista la necesidad de promover el desarrollo académico de las mujeres sin descuidar el equilibrio en el sistema en su conjunto.
La facultad se caracteriza por mantener un equilibrio en las relaciones interpersonales, pero es innegable que de los 16 profesores de planta regular, solo 5 somos mujeres en la actualidad. Por lo tanto, debemos reflexionar sobre cómo respaldar y potenciar las trayectorias académicas de las mujeres, así como crear un ambiente propicio para el crecimiento de nuevas generaciones de académicas.
Por otro lado, socialmente se espera que las mujeres asuman la mayor parte de las responsabilidades en la crianza de los hijos. Lograr un equilibrio entre la crianza y el desarrollo profesional puede ser especialmente desafiante. Personalmente, asumí este cargo después de alcanzar ciertos hitos en la crianza de mis hijas, lo que me permite concentrar más recursos y energía en mi gestión. Si mis hijos fueran más pequeños, la decisión sería diferente, ya que la crianza demanda un esfuerzo considerable desde esa perspectiva. Es esencial que hombres y mujeres compartan por igual estas responsabilidades y desafíos.
En última instancia, resulta alentador contar con un plan que guiará nuestras acciones hasta el 2030, fruto de un trabajo conjunto del año pasado. Este plan representa un hito importante y mi responsabilidad será garantizar su implementación gradual y coherente con los objetivos definidos por consenso y democracia dentro de nuestra facultad. Por supuesto, también deberé estar atenta a los desafíos y oportunidades que surjan a lo largo del camino.
En términos generales, la colaboración es una palabra que resuena con fuerza en mí.
P: ¿Qué opinión tiene sobre el impacto de los avances tecnológicos, como la inteligencia artificial y las plataformas de educación en línea, en la oferta académica de las universidades?
R: Considero que este avance tecnológico es una realidad permanente en nuestra sociedad. Sería difícil oponerse a ello, sería como chocar continuamente contra una pared. No podemos ignorar su existencia. Si bien soy crítica con lo que sucedió durante la pandemia, ya que siento que transitamos hacia una pedagogía de emergencia, no sé si realmente fuimos capaces de llevar a cabo una educación en línea de manera efectiva. Aprendimos a utilizar las plataformas, pero no llegamos a diseñar programas de formación en línea o e-learning. Incluso para los estudiantes fue un desafío. No sé si poseen las competencias tecnológicas necesarias para trabajar y aprender en un entorno virtual. Sin embargo, considero que esta tecnología ha llegado para quedarse y debemos reflexionar sobre cómo promover su uso de manera consciente, regulada y responsable.
En cuanto a la formación profesional que ofrecemos en la Universidad, existen competencias que aún requieren ser modeladas en interacciones cara a cara y en el contexto presente. Por lo tanto, no veo viable una transición total hacia la virtualización en el corto o mediano plazo. Si bien competimos con muchas universidades y plataformas, considero que estas últimas son herramientas. El verdadero desafío radica en cómo las universidades y las instituciones de educación superior utilizan estas plataformas. Por ejemplo, el Tecnológico de Monterrey en México implementó la enseñanza virtual hace 30 años. Sus estudiantes asistían a clases presenciales por un tiempo y luego se conectaban a través de una computadora, hace tres décadas. Estas generaciones están familiarizadas con el trabajo en entornos virtuales, algo que puede diferir de lo que nosotros podamos lograr. En cuanto a la inteligencia artificial, puede ser una excelente herramienta y estrategia, pero es crucial complementarla con el desarrollo de competencias relacionadas con la toma de decisiones y la organización de la información. El riesgo no radica en la tecnología en sí, sino en cómo las instituciones de educación superior emplean estas plataformas y si están proporcionando una educación de calidad. Debemos reflexionar sobre las estrategias que nos permitan destacarnos en este contexto. Considero que en la educación de posgrado es más factible la virtualización, ya que se trata de adultos que en su mayoría están trabajando y han completado su formación de pregrado. En el caso de la formación de pregrado, los estudiantes a menudo no tienen claridad sobre el propósito de su formación hasta los últimos años. Debemos encontrar formas responsables de avanzar en esta dirección, sin obviar esta tendencia, ya que ignorarla no es una opción viable.
P: Por último, ¿qué podría decirles, en este en este concierto de lo que es la Facultad de Psicología, a los colaboradores, administrativos y personal en general?
R:La Facultad no se limita únicamente a profesores y estudiantes, sino que abarca a todos los miembros de esta comunidad, incluyendo funcionarios y profesionales que no están necesariamente involucrados en la enseñanza. Tanto a nivel de pregrado como de posgrado. Mi compromiso con la Facultad radica en mantener un ambiente de trabajo y educación equilibrado y armonioso. En este sentido, espero que podamos mantener esta dinámica. Después de la pandemia, hemos logrado crear un ambiente laboral tranquilo y armonioso. Mi objetivo es potenciar aún más esta armonía. A medida que la Facultad crece, es posible que necesitemos un mayor apoyo administrativo por parte de los colaboradores, así como más colaboradores para continuar avanzando en el desarrollo de la Facultad. Sin embargo, esto debe hacerse de manera equilibrada y sostenible.
P: Muchas gracias profesora por compartir su visión y lineamientos para esta nueva etapa. Le deseamos el mayor de los éxitos en su gestión.
R: A ti, muchas gracias por la entrevista, ha sido un gusto.